Por: Juliana Fitzgerald
@Julianitra
Muchos de los adelantos tecnológicos de la humanidad se los debemos a la
investigación del aparato militar para luchar contra el enemigo. El
Radio Frequency IDentification o RFID no es la excepción; se dice que
después de la Segunda Guerra Mundial la inteligencia norteamericana
inició la utilización de etiquetas de localización en tiempo real
similares para espiar a sus enemigos. Desde entonces, la evolución de la
tecnología ha permitido que tanto el tamaño como el precio del RFID
disminuyan, permitiendo el uso en otros campos.
Sin embargo, 2005 fue el año del boom de la RFID como parte de la
cadena de suministros, cuando el gigante de las compras por departamento
en Estados Unidos, Walmart, exigió a sus proveedores incluirlas para
poder continuar haciendo negocios con ellos.
Actualmente, se conocen dos tipos de etiquetas, las pasivas y las
activas. Las pasivas permiten transmitir información a menos de un metro
de distancia y tienen una vida corta debido a que no contienen batería.
Por el contrario, las activas tienen una batería que les permite un
mayor alcance, hasta 10 metros, y su vida útil puede llegar hasta los 10
años.
Las etiquetas pueden ser adheridas a un producto, un animal o una
persona y monitorear distintos datos según su configuración; algunas
pueden recolectar datos del objeto al que estén pegadas tales como
humedad, vibración, luz, radiación y temperatura.
Por lo anterior, las etiquetas pueden satisfacer diferentes
necesidades de productores y clientes dentro de la cadena de suministro,
desde la actualización de inventarios para realizar pedidos hasta la
prevención de errores humanos en la localización final del producto.
INVENTARIOS Y DISTRIBUCIÓN
Un lector de etiquetas puede registrar hasta 40 por segundo, esto hace
que los volúmenes de carga dentro de un local puedan ser monitoreados en
tiempo real, permitiendo la actualización del inventario.
También permite hacer seguimiento a los productos en la cadena de
suministro o durante el envío. Diferentes lectores ubicados a lo largo
de los trayectos pueden informar al jefe de entrega o logística sobre su
ubicación y el estado en el que se encuentran. Si alguno de los
productos enviados registra un desperfecto, la información llegará al
centro de acopio en tiempo real y permitirá a la empresa suplir,
compensar o solo informar al cliente el inconveniente, mejorando así la
capacidad de comunicación entre la empresa y sus usuarios, además de
reforzar la imagen de confianza y responsabilidad de la compañía.
PEDIDOS Y SEGURIDAD
El sistema no solo sirve para mejorar el control de producción versus el
stock, sino que también permite a los clientes realizar los pedidos de
una forma más rápida y eficiente. Cada producto registrado como vendido
se descuenta automáticamente del inventario de uno o de todas las
sucursales del cliente; dependerá del sistema que se utilice. El tamaño
de las etiquetas permite que sean posicionadas en lugares de poca
visibilidad, aumentando la seguridad dentro de los locales, evitando
pérdidas y robos. Se debe tener en cuenta que el posicionamiento puede
afectar la posibilidad de ser leídas, por lo que se debe verificar la
efectividad una vez sean posicionadas en el producto deseado.
Algunas etiquetas puede reutilizarse, esto requiere acceso al sistema
para la reescritura. Esta opción reduce costos, pero además, contribuye
a la seguridad de los objetos: los códigos de barras pueden ser
falsificados con mayor facilidad, mientras que las etiquetas, debido a
su componente electrónico, no.
ESTADO DEL PRODUCTO Y CONTROL DE CALIDAD
La etiqueta RFID puede ser programada para transmitir determinada
información. En el caso de alimentos o medicamentos, podría controlarse
el estado de los productos susceptibles a factores del medio ambiente
como vibraciones, luz solar, calor o frío, entre otros, durante su
transporte.
En el caso de las vacunas, por ejemplo, estas deben ser transportadas
bajo estrictas condiciones de temperatura, si estas condiciones cambian
la vacuna será afectada, exponiendo la salud del paciente que sea
inyectado con esta. Una etiqueta RFID puede permitir a los organismos de
control o a la empresa farmacéutica verificar que las vacunas estén
siendo manipuladas de forma correcta, para que, en caso contrario, las
autoridades de salud puedan tomar medidas frente al asunto.
En el caso de los alimentos, las etiquetas RFID permiten controlar
las fechas de preparación, consumo óptimo y caducidad. El consumo óptimo
es más conocido como ‘mejor antes de’, mientras que la fecha de
caducidad es la ‘fecha de vencimiento’.
ERRAR ES HUMANO
La utilización de etiquetas de radiofrecuencia permite a los sistemas
vinculados tener un control exacto sobre las cantidades, lugares y
manejo de los productos. Los operarios pueden verificar el número de
productos que debe haber por secciones o dentro de cada embarque con
solo pasarlos por el lector. Dado que cada etiqueta puede ser diseñada
para recolectar información específica, los lectores pueden registrar
diferentes etiquetas advirtiendo de esta manera si hay o no producto.
Esto también puede servir para envíos de pedidos mixtos, pero sobre todo
para disminuir la probabilidad de errores humanos.
En países como Colombia, que tiene una geografía compleja y un
sistema de carreteras en desarrollo, la RFID puede contribuir a un
manejo más eficiente del tiempo de distribución de productos. En el caso
de recolección de alimentos, como pasa con los lácteos y otros
productos perecederos, se puede informar en tiempo real su ubicación y
estado, evitando, como en el ejemplo de las vacunas, afectar al
consumidor final.
Actualmente, algunas de las fábricas de RFID son TagMaster, Identec
Solutions, Siemens, Nedap, WhereNet, Blue Soft y Syris. En
Latinoamérica, una de las más conocidas es EgoMéxico.
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