Por: Redacción Logística
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Luego de ser usados, los empaques tienen segundas y terceras oportunidades. Su reciclaje no solo es un método fundamental para la protección del medio ambiente, sino también una oportunidad económica para la sostenibilidad de las industrias.
Luego de ser usados, los empaques tienen segundas y terceras oportunidades.
Cuando los egipcios pensaron en momificar a sus muertos, según su concepción de lo divino que les hacía necesario conservar los cuerpos para vidas futuras, sin proponérselo terminaron dando fundamento a lo que hoy es tema universal: el reciclaje. Quizás el faraón Tutankamón nunca imaginó que su cuerpo, ‘empaque’ del espíritu, terminaría convirtiéndose muchos siglos después en objeto de incalculable valía para la ciencia en la búsqueda de la resolución de los enigmas que inquietan al ser humano.

Pero si en la antigüedad faraónica la idea de conservar fue concebida desde el punto de vista de lo divino, hoy, tal propósito tiene una orientación más amplia y está relacionado con lo terrenal y lo humano. En este sentido, conservar tiene que ver con Reducir, Reutilizar y Reciclar, el aforismo de las 3R aplicado a los materiales empleados por el ser humano para satisfacer sus necesidades básicas y su subsistencia.
Este es el fundamento de lo que en la actualidad se llama logística verde. Nada debe considerarse basura y mucho menos tratándose de los empaques: “Uno piensa, en primera medida, en la reutilización. Siempre puede haber una segunda oportunidad para el empaque, sea para el mismo propósito o para que sufra un reproceso y entre en una etapa de reciclaje”, manifiesta Juan Camilo Sánchez, docente del Departamento de Ingeniería Industrial, Área de Logística, de la Universidad de Antioquia.
Si bien la idea del reciclaje no es nueva, ya que sobre el tema se viene hablando desde hace tres o cuatro décadas, fenómenos como el efecto invernadero, el calentamiento global y el descongelamiento de los glaciares, provocados por el mal uso de los recursos renovables y no renovables, han puesto en boca de comunidades ecologistas, entes gubernamentales, gremios industriales y en la del ciudadano común las palabras salvadoras: reducir, reutilizar y reciclar.
En las industrias locales muchos se han preguntado por la vida del empaque: su protección fiel del contenido, funcionalidad, resistencia, costo, novedad. Sin embargo, pocos se habían preguntado por su muerte, quizá convencidos de que el mejor destino era el tarro de la basura, el carro recolector y, finalmente, el relleno sanitario o el vertedero.

Las industrias europeas han sido las primeras en inquietarse por lo que se denomina Análisis del Ciclo de Vida del Empaque (ACV), metodología de estudio que permite responder a preguntas acerca del impacto ambiental desde un enfoque integral. “Al respecto, en Colombia hay una visión más corta porque las empresas generan los productos, pero finalmente no hay quien se pregunte qué pasará cuando la envoltura de estos se convierta en basura”, afirma Betty Johana Bermúdez, profesora del Área de Logística de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia.
Y concluye: “Todavía no hay una conciencia empresarial. Tal vez no exista la pregunta de si se está utilizando el material con las condiciones de biodegradación ideales para que este no atente contra el medio ambiente. A nivel de logística, en este sentido, las empresas nacionales apenas están dando los primeros pasos. No están metidas de lleno en el tema a pesar de que este es un concepto que se ha venido incorporando en lo que se denomina logística verde”.

Reciclando plata

Hace unos 30 o 40 años atrás, el chatarrero iba por las calles pregonando: “Chatarra, hueso, aluminio…”. Recibía lo que en costales sacaban de las casas y pagaba con monedas o pelotitas de aserrín, dependiendo del peso y del tipo de material.
Aunque algunas cosas han cambiado en esta actividad y en otros aspectos se continúa procediendo de igual manera, la preocupación por el cuidado del medio ambiente, las normas que empiezan a adoptar organizaciones como las Naciones Unidas y la Comunidad Europea con respecto a los residuos sólidos, y las exigencias del mercado mundial que propenden a prácticas de producción de empaques innovadoras y sanas terminarán por convertir el reciclaje no solo en un asunto de ley, sino también en un medio de sostenibilidad para las compañías.
“Si lo que buscamos es ganar competitividad sin perjudicar el medio ambiente, pienso que las oportunidades de mejora están en el modo de minimizar el costo que hoy representan los insumos de empaque y embalaje en la logística. ¿Cómo? A través de la reutilización y del reciclaje. Hay que pensar en cuánto dinero gastan las compañías en la compra de cartón, por ejemplo, y qué estrategias tienen estas para reciclarlo”, afirma Sánchez.
Reciclar es convertir materiales usados en materia prima para fabricar nuevos productos. Aquéllos se dividen en biodegradables, que pueden descomponerse e incorporarse a la naturaleza y son poco reciclables, y no degradables, cuyo proceso de descomposición no es espontáneo y requieren más tiempo para tal efecto y son ampliamente reciclables. En Colombia, los materiales comúnmente reciclables son: vidrio, papel, cartón, plástico, acero, aluminio, cobre, bronce y hueso.
Un alto porcentaje de estos materiales corresponde a la industria del empaque, la cual se está enfrentando a uno de los retos más importantes de toda su historia: crear empaques para proteger los productos que contienen, pero también para eliminar el impacto contra la naturaleza.
“En Colombia, aún la investigación y la tecnología no son tan fuertes como para decir que estamos en la capacidad de generar los empaques supernuevos, que aumenten la durabilidad del producto y no dañen el ambiente; pero no hay que llegar hasta allá para hablar de logros. Pienso que las grandes oportunidades están en la innovación, en el embalaje como tal y en la manera de manipular la mercancía; así es como podemos ser más competitivos”, explica Sánchez, quien además cuenta cómo un grupo de estudiantes de su departamento adelanta un proyecto sobre la recuperación de las estibas de madera que van a Europa, propuesta que sería aplicada a una empresa bananera.
Pero las cifras en este asunto son aún más dicientes. Para producir vidrio se utiliza un 50% de recursos naturales y un 50% de vidrio reciclado. Por cada tonelada de vidrio reciclado se economizan 30 galones de petróleo.
Reciclar una tonelada de papel evita talar 17 árboles. Las industrias colombianas fabrican el papel con un 56% de pulpa de madera y un 44% de material reutilizado. Al reciclar una tonelada de papel periódico se conservan 30 mil litros de agua.

Para fabricar una tonelada de aluminio se requieren 31 barriles de petróleo, mientras que solo se necesitan dos cuando se emplean residuos de aluminio.
“En la elaboración de un diseño intervienen distintas áreas de una compañía: la de ingeniería de empaques, la de mercadeo y la de logística, las cuales deben contemplar las variables existentes. Por ejemplo, puede que la de mercadeo tenga una idea muy importante que para la de logística no resulte funcional; así que esta debe advertir sobre tal obstáculo”, afirma la ingeniera Betty Johana Bermúdez.
En Colombia se generan aproximadamente 40.000 toneladas diarias de residuos sólidos. Entre el 42% y el 45% de los residuos sólidos que terminan en los rellenos sanitarios son materiales reciclables, de los cuales actualmente solo se recupera cerca del 5%.

Intimidades de los materiales

Todos los materiales utilizados en los empaques tienen su pro y su contra. “Hay tantas gamas de productos que no se puede definir un tipo de material que sirva para todos. De acuerdo con la tipología del producto se decide cuál es el material con el que debería ser empacado”, indica el profesor Juan Camilo Sánchez. No obstante, hay cualidades que saltan a la vista y desventajas que no siempre son tan evidentes.